Hoy, la esquina. Mañana, el universo.

Dicen que nunca olvidas tu primera vez. Fue a la salida de un recital, con la banda que tenía en ese momento, que probé mi primer cerveza con los pibes, en una esquina. Como todo adolescente, quedé marcado y fascinado por la bebida que venía en botellas marrones de casi un litro. Dos años después, ya de haber probado todas las marcas grandes, tuve una nueva primera vez en esta historia, ya que me llevaron de paseo a un patio cervecero, y para mi fue como descubrir América; ya no era rubia o negra, ahora se sumaba un nuevo color, y variedades “raras”: ahumada, de trigo, ¡con frambuesa! Algo que ya me gustaba mucho, me dió nuevas satisfacciones. Así comencé a coleccionar botellas y latitas de toda cerveza que probara, deteniéndome un poco más en las góndolas de los super con la esperanza de encontrar algo nuevo para disfrutar.

 

Unos buenos años más tarde, volví a encontrarme con ese sentimiento de sorpresa, fascinación y redescubrimiento: en una casa del bello barrio de Colegiales, funcionaba no un bar de cervezas, sino una cervecería, o deberíamos decir, una microcervecería. “Cerveza artesanal hecha en una casa”. En una casa. En una casa. En una casa. En una casa y no en una fábrica enorme. En una casa, y con muchísimo mejor sabor que las de la fábrica enorme. Esto disparó la pregunta a mi amigo con quien compartíamos una pinta: “Che.. cuánto gastamos en cerveza?” Mucho “Podríamos empezar a hacerla en casa, gastar menos, invertir más y tener algo mejor, no?”

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Lúpulos y manzanilla, preparados para ser agregado durante el hervor.

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Chequeando la densidad inicial de una cocción recién terminada.

Había descubierto América, ok, ahora había pisado la Luna. Así fué como hicimos con Santi nuestra primera cerveza: una pale ale inglesa con mucho sabor a cloro y levadura, cerveza que pese a todo, bebimos con mucho cariño. Conversaciones con el cervecero que nos inspiró a hacer nuestra propia birra, lecturas en internet y videos por youtube nos llevarían luego a hacer una cerveza ya sin sabores ni olores indeseados. Pero esta historia no terminaría ahi. Pasarían pocos dias hasta que le comentara a un amigo que habia empezado a hacer cerveza en casa, él me respondiera con un “¡¡¡¡uuuuhhhhhhh!!!! ¿viste la serie de los tipos que hacen cerveza con calabazas?”, y con Santi descubriéramos a Sam Calagione y su cervecería, Dogfish Head. Esta cervecería norteamericana no sólo hace cerveza con calabaza, sino que tambien usa varias especias, frutas y hasta restos de tablas de surf para sus creaciones. Y el tipo este habia empezado en la cocina de su departamento. América? La Luna? en este momento, me sentía el mismísimo Hubble, viajando hacia una infinidad de posibilidades, lista para ser explorada. Los invito lectores, a que salgan de los prejuicios que aún existen sobre la cerveza, prejuicios que la asocian al primer estado del que hablo en este texto, el de los pibe’ y la mamadera de litro.

El prejuicio de que es mejor acompañar con un buen vino una comida, que con “una birrita”. Anímense a buscar cosas nuevas, complejas, anímense a ser sorprendidos, a hablar con gente que ya disfruta de este viaje. Anímense a hacer su propia cerveza y a compartirla, que es menos complicado de lo que uno cree y mucho más recompensante de lo que se espera!

Balconi – cerveza tomada en serio from Axel Millar on Vimeo.

En el próximo post me gustaría poner una receta para que puedan hacer en su casa, qué estilo les gustaría hacer? Salud!

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twitter: @CervezaBalconi

Videógrafo, cervecero, músico, y amante de la comida. No se untar manteca. Algo daltónico, y fanático del #11

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